La desaparición de Majorana

Portada del libro

No son tantos los libros que uno podría considerar realmente necesarios, en el sentido en que alguien tendría que escribirlos si no se hubiera hecho ya.

Uno es “La desaparición de Majorana” y lo escribió un Leonardo Sciascia en estado de gracia que supo ver en la fuga del genio de la física siciliano la necesidad del mito que su existencia encarna. Lo que significa no solo para la supervivencia de la humanidad como especie, a la que Majorana pudo haber librado con su osadía de una bomba atómica nazi o quien sabe si de algo incluso peor, sino también para la supervivencia de la humanidad de cada uno de nosotros, los lectores, ávida de un mito que la proteja de su anulación.

Han pasado casi cincuenta años desde que el libro se escribió y no ha perdido un ápice de importancia para nuestro presente líquido en el que a quien más o a quien menos mil voces le susurran para convencerle de que no existe un sentido moral que le pueda aupar sobre las contingencias que en su día a día se le imponen; de que algo así como la voluntad es un atavismo inútil y no se puede ni se debe nadar contra la corriente de una Historia que es mucho más grande que uno, que nos arrastra irremediablemente para ahogarnos junto con otros siete mil millones de víctimas de la banalidad del mal, y acabar sucumbiendo cada uno a su infierno particular, haciendo girar la rueda del sistema.

En este paisaje desolador repleto de falsos imperativos pragmáticos, dibujado para que rehuyamos nuestra responsabilidad como seres humanos hasta enajenarnos del sentido de nuestra vida, este libro —ensayo elegante, a veces prosa poética, a veces crónica policial, con destellos de ingenio que hacen sonreír y toda una novela negra del alma—, es un hacha de apenas ciento veinte páginas en letra muy grande que Sciascia ha desenterrado para armarnos de sabiduría y valor en nuestra siguiente encrucijada, que formulada como una pregunta quizá podría ser algo así como: oh, tú, genio, ¿en quién quieres convertirte? ¿En Oppenheimer o en Majorana?

La desaparición de Majorana

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