Mi respuesta a un reto de Oes H. en un grupo de literatura fantástica en español en Goodreads. Había que hacer un mircrorelato centrado en la palabra «monstruo». No sé si resultará demasiado largo, pero ha salido casi por sí mismo y es como es, qué le vamos a hacer.
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—Un pez abisal no es un monstruo, es un pez.
Interrumpieron la lectura del abuelo, para que concluyera la controversia y lo hizo a su manera, demasiado meditada.
—Por muy feo que sea un animal no es un monstruo. Los animales son inocentes y un monstruo es un ser perverso para la naturaleza de su especie. Que un tigre se coma alguien no tiene nada de monstruoso, porque es un tigre, ¿qué va a hacer? Pero cuando lo hace una cabra o una oveja, entonces ésta sí se convierte en un monstruo.
Los niños no entendieron bien y antes de que les viniera a la mente una oveja con el hocico manchado de la sangre de su víctima el hombre dio otro ejemplo más adecuado y clarificador.
—Un pez abisal con cuerpo de mono. Eso sería un monstruo.
Al fin parecían haberlo entendido, pero la pequeña era muy sagaz y andaba a la caza de un fantasma. Así que el abuelo no había llegado a leer un párrafo cuando casi que se vio obligado a cerrar el libro y dejarlo sobre la mesita de centro.
—¿Has visto alguna vez a un monstruo, abuelo?
El hombre tomó aire por la nariz deseando poder permitirse el lujo de hacerse un ovillo y simplemente llorar, pero hizo de tripas corazón por disimular y agarró a la niña para hacerle cosquillas, que eran su punto débil. En seguida un abrazo y un rato de silencio con un capítulo de dibujos animados.
No era raro que los recuerdos de la vida cuando su hija aún vivía y el mayor de los pequeños ni siquiera sabía andar le quitaran las horas de sueño, pero normalmente, por mucho que la tristeza le embargara, no sentía miedo. Eran recuerdos sesgados en los que había borrado al monstruo, aunque estuviera ahí, como cuando ves algo que no encaja por el rabillo del ojo. Como una grieta en la pared bajo el papel pintado.